Revista Quinto Día. Diario "El Telégrafo".
Paysandú – Uruguay
Cinco siglos de fusión y evolución cultural
Germán Céspedes, coordinador artístico
del Festival de la Cultura Iberoamericana, es colombiano, director de orquesta,
egresado summa cun laude del Colegio Superior de Música Gniésin y del
Conservatorio Tchaikovsky de Moscú, magister en Bellas Artes. Desde 1996 es
director titular de la Orquesta Sinfónica del Colegio Gniésin, director invitado
por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, de la Orquesta Sinfónica del Ministerio
de Defensa de Rusia, de las Orquesta de cámara Amadeus y Cantus Firmus y
otras.
Hoy transmite su entusiasmo por el
festival que reunirá talentos artísticos y propuestas culturales de Iberoamérica
y Rusia. Y se expresa en profundidad sobre cada aspecto.
QUINTO DIA lo entrevistó en Moscú,
donde en estos días cumple febril actividad, pues solamente faltan dos meses
para el comienzo del festival. El correo electrónico sirvió como medio para el
contacto.
Un pueblo que da realce a la
cultura
¿Un festival de la cultura latina en
Rusia? Sorprendente, pero sólo desde aquí. Céspedes recuerda que “el pueblo ruso
tradicionalmente se ha caracterizado por poseer una amplia visión cultural,
particular receptividad y sensibilidad estética. El nivel profesional de los
artistas rusos está mundialmente reconocido. En el siglo XX el intercambio
cultural entre nuestros países estuvo regido por una política cultural que
respondía a los intereses ideológicos de una superpotencia mundial. La
literatura iberoamericana efectivamente constituyó un hito en la URSS a partir
de la guerra civil española y la revolución cubana”. Pero otras expresiones
culturales no tenían la misma suerte. “El folklore vernáculo americano seguía
siendo visto como una forma de protesta más que como una manifestación cultural,
y el arte latinoamericano era prácticamente desconocido fuera de los círculos
profesionales”. Hasta que llegaron tiempos de cambio. “Con la perestroika y la
caída de la cortina de hierro, a Europa oriental llegó una ola de cultura
latinoamericana de todos los matices, con el estigma del beneficio comercial
que, no obstante, fue ávidamente recibida por su exótico colorido, temperamento
y brío, rasgos comunes con el carácter del ruso meridional. La década de los 90
constituyó un sensible vacío en el proceso de acercamiento entre el arte
profesional latinoamericano y ruso, pero permitió liberar la cultura del
elemento imperialista de otrora. El caldo de cultivo estaba
preparado”.
A mediados del año pasado,
concretamente en julio, “a raíz de un concierto organizado por la Embajada de
Colombia en Rusia, Anna Trubetskaia, directora administrativa de la Orquesta
Sinfónica de Rusia y yo, el director de aquel concierto, planteamos la idea de
organizar un concierto sinfónico con un programa íntegramente latinoamericano.
La idea fue llevada a una plenaria del Grulac (órgano consultativo constituido
por todos los embajadores latinoamericanos) y desde allí trascendió hasta el
Festival de la Cultura Iberoamericana que organizamos hoy”.
Junto a Céspedes trabaja Andrei
Mijáilovich Sherbak, productor cultural profesional, profesión que en Uruguay ni
siquiera existe (y difícilmente en América del Sur). Sherbak encabezó en los
años 70 la Comisión de trabajo internacional de la Academia de Ciencias de la
URSS y la Comisión de enlaces internacionales de la Casa del actor. Desde el
momento de creación de la Asociación Tchaikovsky, Sherbak ha promovido numerosos
proyectos internacionales, ha organizado giras de destacados artistas rusos por
diferentes países en tres continentes; clases maestras de artistas rusos y
extranjeros. Es uno de los organizadores del Concurso Internacional juvenil
Tchaikovsky.
Crisol de culturas
Céspedes --un latino en tierra de
Zares-- sostiene que “el objetivo primordial” del festival “es presentar al
público ruso el resultado de cinco siglos de fusión y evolución histórica,
social y cultural conjunta, la simbiosis de razas y tradiciones
iberoamericanas”. Con muy buen tino, los organizadores no pretenden “un festival
folklórico”, sino que por el contrario apuestan a exhibir “un producto elaborado
por el talento de muchas generaciones de artistas profesionales plásticos y
escénicos. Queremos presentar desde prestigiosas salas y escenarios de Rusia,
una faceta poco conocida de nuestra cultura, y a la vez promocionar a nuestros
artistas, así como hace un siglo Sergei Diágueliev le demostró a Europa una
Rusia desconocida”.
La primera edición
“Por tratarse de la primera edición,
nuestros canales de información eran inicialmente limitados”. El proyecto fue
divulgado primero “a través de las de los países participantes”. En países como
España, México, Argentina y Rusia “dimos con centros de difusión cultural que
nos incluyeron en sus páginas electrónicas”. Y, utilizando a pleno Internet
“recurrimos a la reacción en cadena que brinda el correo
electrónico”.
“La convocatoria, inicialmente abierta
a todos, dio pronto con artistas y colectivos interesados en participar. Los
canales oficiales nos llevaron a ministerios y consejos de cultura de varios
países y, así, la geografía se fue dilatando hasta llegar a los 20 países,
incluida Rusia, vinculados al proyecto. La selección de participantes fue
llevada a cabo según criterios de profesionalismo, representatividad y respaldo
financiero en el país de origen, por un grupo de especialistas de la Asociación
Tchaikovsky, en música y ballet, del Instituto de Latinoamérica, en artes
plásticas, y de la Academia Rusa de arte teatral”.
Ya se planifica el segundo
festival
Cuando la idea del festival fue
difundida en Rusia, ésta fue recogida “con gran entusiasmo”. Pero, claro,“muchos
esperaban ver manifestaciones folklóricas y populares más frecuentes en este
tipo de eventos latinoamericanos organizados en Europa”. Esperaban los trajes
típicos, los instrumentos exóticos. Como si por aquí no se conociera a
Shakespeare. O a Chéjov. Es que, como indica Céspedes, “no es fácil romper
estereotipos”. El primer festival está en plena organización, pero como las
cosas se hacen con sentido profesional, ya está previsto el segundo, para “julio
del 2001 en Moscú”. “Su organización contará con el patronato del Comité para el
recibimiento del III milenio, programa cultural del Presidente de la Federación
Rusa”. Y seguirán las ediciones, aunque el proyecto es convertir en itinerante
al festival, “llevando al arte ruso e iberoamericano a otros países de la
región”. Un festival ciertamente organizado con sentido profesional. Que ha
convocado a un grupo de sanduceros para que a traves de un autor argentino,
muestre el buen teatro de esta tierra.
Un director uruguayo
Magister" de la Escuela
Rusa
Raúl Rodríguez es la pieza clave que
ha posibilitado que un grupo de teatro de Paysandú haya sido invitado, en
representación de Uruguay, para participar del Primer Festival de la Cultura
Iberoamericana, que se desarrollará en Moscú, en octubre venidero. Actor,
director y pedagogo de teatro, Raúl Rodríguez sintió el llamado de la vocación
teatral en su misma infancia, en el interior del departamento de San José, en
medio del campo. “Empecé a trabajar en radio San José, CW 41, en un programa
infantil, La revista infantil que incluía un radioteatro para niños hecho por
niños y donde yo era uno de los actores”.
Conoció el Berliner
Ensemble
Tras su experiencia en Argentina,
llegó el tiempo de viajar a Europa, concretamente a Suecia, desde donde se
trasladó a otras partes del viejo continente. Por ejemplo, estuvo en el Berliner
Ensemble de Bertolt Brecht. Y aunque el gran maestro ya había muerto, quedaban
otros de su generación, que continuaban adelante. “Cuando estuve, estaban
trabajando en una puesta en escena de Galileo Galilei”. De Suecia, Berlín, París
y otras capitales europeas, viajó a Rusia. Ya conocía la trayectoria de
Konstantin Stanislavsky, y ya había decidido que ese era el camino para el mejor
teatro, para las grandes experiencias artísticas. En la capital rusa llegó a la
mundialmente famosa GITIS, esto es la Academia Rusa de Arte Teatral, una
imponente universidad de teatro, con seis facultades, que durante generaciones
ha enseñado a lo mejor del teatro ruso. “Ya tenía el total convencimiento que la
formación del actor pasa por el sistema Stanislavsky, que es la base que permite
al actor trabajar en cualquier estética”, cuenta Rodríguez. “Porque una de las
grandes confusiones en el mundo del teatro es confundir un sistema educativo
formativo con una estética. Para algunos las puestas de Stanislavsky pueden ser
anticuadas, peroeso no desacredita su capacidad como maestro de actores”.
Recibirá el título de “Magister” Y aunque volvió a su Uruguay natal y aquí
volvió a radicarse, todos los años viaja a la GITIS para participar en nuevos
talleres. Este año, después de acompañar al grupo sanducero, se quedará en Moscú
para nuevos estudios y para recibir el título de “Magister” (maestro), un honor
que --si acaso alguno-- muy pocos uruguayos recibieron. Y además, en el teatro
Yermoloba, a una cuadra del Kremlin y la Plaza Roja, dirigirá a un grupo ruso en
la puesta en escena de En familia, de Florencio Sánchez, seguramente la primera
versión de esta obra en idioma ruso. “El teatro en Rusia es muy diferente, los
actores son muy diferentes. Son verdaderos profesionales. Pasan años en la
escuela aprendiendo todo. Y cuando llegan a una obra el director no tiene que
hacer de pedagogo. No hay peor insulto para un artista ruso decirle que no sabe
la técnica. Así, ensayan por la mañana y por la tarde, con total
profesionalidad. Y se llevan a su casa las escenas del día siguiente, para
proponerle al director varias opciones de actuación en base al criterio dado por
aquel. Una vez, recuerdo claramente, el gran actor ruso Alexei Petrenko tenía un
monólogo para estudiar. El director Valentín Tepliakov, decano de la Facultad de
Actores de GITIS y gran director, le pidió algunas propuestas. Al otro día trajo
ocho, cada una de ellas absolutamente excelentes. Es un mundo totalmente
distinto. Ojalá que alguna vez nuestro país se acerque un poco a aquel notable
sistema”. El, después de tantos años, sigue un poco ese mismo estilo
profesional. “Ahora que estoy haciendo Las de Barranco, sueño con la obra. A
veces me despierto en medio de la noche y es porque algo pasó por mi mente, hay
algo que agregar o cambiar. Es increíble, pero es así”.
¿La academia rusa en
Paysandú?
La Academia Rusa de Arte Teatral
conoció de la existencia del festival gracias a los contactos realizados por
Raúl Rodríguez y debido a que Uruguay, a través de Paysandú, ha decidido
auspiciar el encuentro. Más todavía, el grupo sanducero tiene ya planificado una
intensa “gira cultural” por clases de la facultad, conciertos, ballets
--incluido el Bolshoi-- y otros espectáculos a los que es difícil acceder,
porque las entradas se agotan meses antes. “Pero en Moscú es así, la cultura
tiene una gran importancia”. Más todavía, con su título de “Magister”, y gracias
a un convenio firmado entre el GITIS y la embajada de Uruguay en Rusia, Raúl
Rodríguez podrá instalar en Paysandú la primera filial de la academia rusa en
Uruguay. Sería un gran impulso a la cultura regional, aunque es todavía un tema
del que conversar mucho. Una entidad de estas características necesita
obviamente el apoyo oficial --como en Rusia-- y debe servir a toda la región.
Formar actores y técnicos teatrales a nivel regional, es una tarea cuyos frutos
serán evidentes recién en unos años --por ejemplo 2015, siguiendo el proyecto
“Paysandú hacia el 2015”--, pero tan necesaria como obtener nuevas fuentes de
trabajo. Ya habrá tiempo para pensar en una gran escuela de teatro en Paysandú.
Lo que hoy está en el horizonte es la presencia de un grupo sanducero de teatro,
que en la tierra de Stanislavsky demostrarán que su sistema no tiene
fronteras.
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